El esparto es una
hierba perenne, de hasta 1 m. de altura, que forma cepellones o
macollas dispersas, conocidas como atochas o esparteras. En estos
cepellones, los espartos u hojas van brotando hacia el centro de la
planta, quedando las hojas viejas bajo ésta. En primavera florece,
forma sobre largos tallos, unas vistosas espigas, llamadas atochín.
El esparto es una
planta del Mediterraneo Occidental, de distribución íbero-magrebí,
es decir, su área se extiende por las zonas más áridas de la
Peninsula Iberica, (especialmente el sureste y levante, con grandes
poblaciones en Baleares, valle del Ebro, Andalucía, Madrid y
Castilla-La Mancha) y por el Magreb, sobre todo por las altas mesetas
previas al desierto del Sahara. Se desarrolla en condiciones de gran
aridez, soportando precipitaciones inferiores a los 200 L/año, con
tendencia a suelos calizos, aunque puede crecer también en suelos no
carbonatados. Forma grandes extensiones llamadas espartales. Estos
ecosistemas han sido manejados y gestionados desde hace miles de años
por el ser humano, de manera que parte de los espartales actuales
proceden de plantaciones.
El esparto se
utiliza desde hace miles de años. Los hallazgos de más de 50 momias
en la Cueva de los Murciélagos en Albuñol (Granada) en 1857,
muestran una artesanía depurada del esparto, con cestillos y
vestidos trabajados de forma esmerada. Desde los más de 6000 años
de antigüedad de estos restos, las técnicas de trabajo del esparto
han variado muy poco. Ya en periodo histórico, el esparto hispánico
era muy apreciado para la elaboración de sogas y cordelería en los
navíos que surcaban el Mediterráneo. Según Plinio y otros
historiadores romanos, éstos comenzaron a utilizar el esparto tras
las Guerras Púnicas. Las principales zonas productoras han sido el
sureste de la Península Ibérica, conocido como Campus Spartarius
durante el Imperio Romano y las altas mesetas magrebíes que se
sitúan entre el Atlas Teliano y el Atlas Sahariano, donde se
localiza el "mar de esparto" argelino. Para los árabes de
Al-Andalus, el esparto, llamado en árabe "halfa" siguió
siendo un producto forestal importantísimo, importancia que mantuvo
durante toda la Edad Media y Moderna. El declive del esparto llegó a
partir de los años 50 y 60 del siglo XX, momento en el que la
aparición de los plásticos y la importación de otras fibras supuso
la caída en picado de la explotación del esparto. El esparto se usa
en cordelería, elaboración de pasta de papel, tejidos tipo pana,
estopas para escayolas, xerojardinería y artesanías, especialmente
cestería. El esparto se recolecta en verano, arrancándolo con un
bastoncillo terminado en una pequeña porra, llamado palillo, talí o
talisa. Sobre éste se enrollan los extremos de los espartos, de
manera que con un fuerte tirón se extrae un manojo de esparto. Así
hasta completar un manojo de más o menos 1,5 kg llamado maña o
manada. Luego se extiende al sol. Este esparto sin trabajar se conoce
como "esparto crudo". Posteriormente, se sumerge en balsas
para su cocido o enriado, proceso de fermentación anaerobia que
tiene como objetivo la eliminación de las materias pécticas que
engloban las fibras de celulosa. Tras un mes de fermentación, se
extrae de las balsas y se pone a secar de nuevo. Una vez seco, se
pica para soltar las fibras, obteniéndose el esparto conocido como
"esparto picado". Si éste se rastrilla, se obtiene el
"esparto textil". Sus hojas filiformes, duras y tenaces,
enrolladas cilíndricamente, se usan como fuente de fibras para la
industria papelera. Sus fibras cortas (L = 1 mm; A = 10 mm) son muy
apropiadas para la producción de papeles finos de impresión por su
suavidad y elasticidad. Los papeles resultantes muestran buena
formación, alta opacidad, volumen específico, buena porosidad y
estabilidad dimensional frente a los cambios de humedad. Es la fibra
de impresión por excelencia. Con los "viejos", espartos
muertos que quedan bajo la atocha, se hacían antorchas, llamadas
hachos en La Mancha y colmenas. La espiga o atochín, se usaba para
hacer escobas con las que se barría la chimenea.
El esparto se
trabaja en cestería en diversas técnicas, mayoritariamente se hacen
trenzados que luego se cosen para dar la forma determinada al
trabajo. Cada uno de los haces de esparto que se trenzan se conocen
como "ramales" en La Mancha. El esparto crudo se utiliza en
cestería para la elaboración del trenzado conocido como "pleita"
o "lata" según comarcas. Con la pleita se hacen cestos,
serones, aguaderas, esteras, baleos, garrafas forradas, etc. La
pleita tiene a partir de 13 ramales, y de ahí, las hay de 15, 17,
19, 21... También se trabaja cosido en espiral para elaborar
cestillos y escriños. El esparto crudo, especialmente en Almería y
Murcia, se trabaja también en trama y urdimbre, como si fuera
mimbre, dando obras muy finas. Otra técnica de trabajo del esparto
crudo es el "esparto enredado" o "punto de capacho",
en esta técnica se van trenzando tres ramales, dejando siempre uno
suelto que luego sirve para unirse al resto, de forma que no necesita
coserse, se obtienen así los cofines o capachas que se empleaban en
las almazaras para contener la pasta de la aceituna y las caracoleras
o cachuleras que se emplean en el sureste ibérico para coger
caracoles. Con el esparto picado se hacen trenzados de cinco o siete
ramales, llamados "recinchos" o "cernejas". Estos
trenzados se emplean para terminaciones de trabajos de pleita como
los ribetes de los cestos y para cestillos, forrado de botellas, etc.
Intervienen también en el trabajo de elaboración de calzados de
esparto, llamado alborgas o esparteñas.